La astronomía observacional al alcance de los astrónomos aficionados.

 

OBSERVAR EL CIELO

La astronomía observacional al alcance de los astrónomos aficionados.

Por: Fabián Sánchez Tamariz

Encontrarse en silencio bajo un cielo estrellado de agosto en nuestras montañas es sin duda un maravilloso espectáculo que sobrecoge a cualquiera induciéndonos a la simple contemplación o motivándonos a indagar sobre su encanto y sus misterios.  Desde la antigüedad generaciones de antepasados regían su cotidiano vivir de acuerdo al conocimiento del cielo y la observación de las estrellas.  Es así que múltiples actividades, desde la orientación terrestre o marítima, los quehaceres agrícolas, festividades religiosas, entre otras, hasta leyendas y supersticiones enraizadas en los pueblos estaban relacionadas con ellas.  El cielo estrellado siempre fue una fuente de conocimientos para eruditos e intelectuales, bitácora de la vida diaria para la población y fuente inagotable de inspiración para poetas y escritores.  En los tiempos modernos la gran ciudad y el trajín en que vivimos con tanta comodidad y  tecnología han hecho que se pierda este recuerdo de nuestra propia naturaleza y evolución.  La contaminación lumínica de las ciudades es causante de que ya no sea posible disfrutar de este espectáculo desde las ciudades y áreas pobladas donde únicamente se pueden divisar las estrellas más brillantes o en muchos casos ninguna.

En la actualidad aparte de los astrónomos solo un reducido porcentaje de la población ha encontrado sentido a la contemplación y el conocimiento del cielo haciendo de ello una afición que en muchos casos se ha constituido  parte importante de sus vidas.  Son los astrónomos aficionados quienes aprovechan cada noche despejada del año para abstraerse  en este encanto y fuente inagotable de conocimiento, seres de la noche que se impregnan de la belleza del cosmos observando los astros a simple vista o con sus telescopios, y en el dia leyendo y estudiando para conocer más sobre estos temas, pues la observación va a la par con el estudio e investigación, son como las dos caras de una misma moneda.

La astronomía observacional es un campo amplio de la Astronomía cuyo objetivo es recopilar, organizar y establecer el conocimiento del universo observable.  Utiliza para ello los telescopios terrestres, instrumentación de medición y otros recursos tecnológicos como sondas, satélites y telescopios espaciales que exploran principalmente el espectro electromagnético que emiten los cuerpos celestes.  Tambien realiza investigación de vanguardia de algunos eventos no relacionados con el espectro electromagnético, como son las ondas gravitacionales, emisiones de neutrinos y los rayos cósmicos.  Su campo científico es muy vasto y determina muchas áreas de estudio e investigación que serán tema para otro artículo.  Por ahora citaremos las más relevantes: la astronomía en luz visible, en radiofrecuencia, la infrarroja, ultravioleta, rayos X y rayos gamma, además de los otros eventos cósmicos indicados.  Una parte muy reducida de la astronomía observacional que corresponde a la luz visible, aunque muy rica y motivante, es el área de incursión de los astrónomos aficionados. 

Algunas veces las personas se sienten motivadas a esta afición luego de vivencias simples que ocurren en sus vidas, por ejemplo después de asistir a un programa en un planetario,  ver algún documental sobre el tema, o cuando un amigo le enseña con su telescopio algo de las bellezas del cielo, entre otras.  Se sienten atraídos pero desorientados, no saben cómo comenzar.  Este artículo está orientado a ello proporcionando algunas observaciones y recomendaciones para quienes se encuentran incursionando en el tema.

En primer lugar no esperemos observar con nuestro telescopio los astros con la amplia gama de colores, formas, detalles y amplitud que se aprecian en las fotografías espectaculares que aparecen en los libros, la televisión o el internet.  Esas imágenes son realizadas por grandes telescopios de los observatorios astronómicos situados en tierra o el espacio.  Para ello se utiliza larga exposición y técnicas sofisticadas de procesamiento a fin de obtener detalles y colores imperceptibles para el ojo humano.  Sin  embargo lo que el cielo nos ofrece a través de los básicos instrumentos de aficionado es maravilloso, llevándonos en cada noche de observación como si fuera la primera vez  a la expectativa y al asombro de encontrar gran belleza en esas sutiles imágenes del ocular.  Son pequeñas y muchas veces tenues, en colores blanquecinos o verdosos, pero que guardan los tesoros que se pueden percibir únicamente a visión directa.  Podremos observar detalles del interior de las nebulosas, cúmulos estelares, galaxias y cometas que no es posible admirar de la misma manera en las fotografías espectaculares porque están ocultas por la sobre exposición y el mismo revelado necesario para captarlas.

También es usual que nuestra primera imagen mental es comprar un telescopio, y mientras más grande y sofisticado pensamos será mejor.  Debemos serenarnos y actuar con el criterio y con la orientación debida, pues si el entusiasmo nos desborda, lo más probable es que la ilusión y motivación se vaya por los suelos y el “gran” telescopio termine arrumado en la esquina del estudio o de la sala para exhibirlo a quienes nos visitan.  Lo adecuado es iniciar con la astronomía a simple vista, aprender a ubicarnos primero en tierra y luego en el cielo.  Conocer nociones de orientación, donde se encuentran los puntos cardinales y algo sobre el movimiento de los astros.  Luego con un poco de estudio y de observación aprender a reconocer  las principales constelaciones y estrellas brillantes, en que época del año aparecen y en que hemisferio del cielo se encuentran.  Tambien es útil reconocer los planetas brillantes, en qué región de cielo se les puede observar, como son sus movimientos y su diferencia con las estrellas.  Cuando este conocimiento este bien afirmado y sabemos cómo ubicarnos es hora de adquirir unos binoculares adecuados para astronomía y aprender a manejar mapas estelares iniciando así en la observación más detallada del cielo.  Aprendemos a encontrar y diferenciar objetos de cielo profundo como nebulosas, cúmulos estelares y galaxias relativamente brillantes que están al alcance de este instrumento.  Además con los binoculares quedaremos pasmados ante una abrumadora belleza que constituye observar los vastos campos estelares de la vía láctea que no es posible hacerlo con telescopio. 

 

Los binoculares que vamos adquirir deberán ser versátiles y livianos para proporcionar comodidad en su uso.  Muchos aumentos no son recomendables ya que no se puede mantener la imagen firme con el pulso.  Bajos aumentos nos brindan en cambio campos amplios e imágenes, aunque más pequeñas muy brillantes.  Con aumentos mayores los instrumentos se hacen más grandes y pesados, más difíciles de usar y sostenerlos por largo tiempo, requieren el uso de un trípode para mantener la imagen sin vibración.  Las características que debemos observar son los dos números que están marcados en el instrumento, el primero es el aumento y el segundo la abertura que corresponde a la captación de luz.  No todos los binoculares son adecuados para astronomía y debemos tener presente el valor de la pupila de salida cuando escojamos uno.  Esta característica es muy importante y relaciona las especificaciones anteriores por una sencilla división, la abertura dividida para el número de aumentos expresado en milímetros.  El valor resultante es el diámetro del rayo de luz que sale por el ocular y puede ingresar a nuestro ojo por la pupila totalmente dilatada en condiciones de oscuridad absoluta.  El valor debe estar entre 5 a 7 mm para que los binoculares sean adecuados para uso astronómico.  Se recomiendan estos binoculares: 7x35, 7x42, 9x63, 10x50, u otro próximo a esos valores.

El estudio de temas relacionados y la práctica de la observación es lo único que nos ayudará para ponernos a punto para adquirir nuestro primer telescopio que deberá ser de calidad aceptable y no muy grande ni sofisticado.  Aparte de las características ópticas deberá tener preferiblemente mandos mecánicos, un trípode robusto y un buscador apropiado.  Dependiendo de cuál será la preferencia de observación podemos escoger la óptica del instrumento

Entre los tipos de telescopios tenemos los refractores que utilizan lentes y su principio óptico de funcionamiento es la refracción de la luz, son más adecuados para observación de la Luna y planetas, no son muy recomendables para observación de cielo profundo por sus aberturas reducidas que no permiten mucha captación de luz de los objetos tenues.  Otro tipo de telescopios son los reflectores que utilizan espejos, su funcionamiento en la reflexión de la luz.  Por sus aberturas grandes que permiten mayor captación de luz son adecuados para la observación de cielo profundo, cometas y campos estelares.  No son muy recomendables para la observación planetaria ni lunar, aunque sus imágenes son aceptables no nos da la nitidez y detalles que proporcionaría un telescopio refractor de similares características.  El tercer tipo de telescopio son los mixtos o catadióptricos que utilizan para su funcionamiento un sistema óptico formado por lentes y espejos, que permiten una combinación de refracción y la reflexión de la luz.  Son los más versátiles que dan sus prestaciones para todo tipo de observación, aunque los privilegiados para observar la Luna y planetas serán siempre los telescopios refractores.

Otro aspecto a considerar es no dejarse impresionar por los mecanismos del marketing, que ofrecen telescopios con grandes aumentos mostrando fotografías espectaculares.  Los aumentos no son importantes ni es un valor fijo, depende del ocular que se utilice.  La característica más relevante es la abertura (D) que corresponde al poder de captación de luz, mientras mayor sea podremos observar más estrellas y objetos tenues.  El otro valor a tomar en cuenta es la distancia focal (F) que corresponde a la distancia desde el objetivo hasta donde se forma la imagen.  Aunque resulte paradójico los aumentos más utilizados son los de bajo y medio poder porque brindan imágenes más brillantes y nítidas aunque pequeñas, que es mejor que una imagen muy aumentada con poca nitidez y tenue.  Los bajos aumentos dan mucha espectacularidad de observación y son utilizados para observar cúmulos abiertos y campos estelares amplios.  Los máximos aumentos son útiles para observaciones específicas como cúmulos y objetos de cielo profundo que por su aparente pequeñez al ser lejanos requieren mayor ampliación, igualmente para detalles planetarios. 

 

Se recomienda que las características de nuestro primer telescopio sean aproximados a las siguientes especificaciones.  Refractores: D= 60mm F= 900mm a 1200 mm.  Reflectores: D= 110mm a 150mm, F=  650mm a 1000mm.  Hay que evitar la óptica plástica que generalmente vienen en los telescopios de juguete, es de baja calidad y no se puede esperar mucho de sus imágenes.  Nunca regalemos un telescopio de juguete a un niño, los resultados serán frustrantes y no motivará en absoluto su afición.

Se espera que estos conocimientos básicos y recomendaciones sean de utilidad y una motivación para iniciar en esta maravillosa afición, y si ya se ha iniciado constituya una orientación para los primeros pasos.  Lo demás corre a cuenta del aficionado que con estos elementos tendrá lo necesario para continuar leyendo, estudiando y aprendiendo sobre el tema y a la par con su práctica de observación tendrá su propia fuente de inspiración para seguir avanzando. 

 

 

Comentarios

  1. Gracias amigo, como siempre eres la luz guía para nuestro aprendizaje, un abrazo.

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  2. Muy bueno este artículo que has escrito Fabián, me ha gustado mucho lo estoy viendo en San Sebastián de los Reyes cerca de Madrid.
    Me ha gustado mucho muchas gracias.

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  3. Muchas gracias amigos por sus comentarios, me alegra saber que les gustó el artículo y haya sido de provecho para quien interese en el tema. Saludos y un abrazo.

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